A día de hoy, ningún docente que se precie puede obviar la existencia de las competencias en nuestro currículo, aunque para muchos todavía resulta un reto el programar en esta línea. Esto podría ser debido a que dichas competencias no han sido suficientemente entendidas por el profesorado o a que la administración no ha sabido crear planes de formación efectivos que permitan al profesorado integrarlas en su práctica docente. En cualquier caso, no podemos dejar a un lado el hecho de que las competencias deben formar parte de nuestra práctica docente ya que son el eje principal de nuestro sistema educativo.
Como bien sabemos, las competencias son una realidad y están aquí para quedarse, pero esto no es ninguna novedad ya que su inclusión en el currículo español se remonta al 2006 con la implantación de la LOE. Con la aparición de la LOMCE (2013) se reafirma la necesidad de un trabajo competencial donde el objetivo principal no es que nuestros alumnos adquieran determinados saberes sino que sepan también ponerlos en práctica (saber hacer).
Pero, ¿cómo debemos programar en competencias?
El secreto reside en la interrelación de los elementos curriculares y su relación con las competencias. Para ello, debemos tener claro qué es ser competente en cada una de las siete competencias para, a posteriori, establecer la relación con los demás elementos curriculares. Este conocimiento de las competencias puede ser consultado en el anexo I de la Orden ECD/65/2015. Algunos autores abogan incluso por la secuenciación de estas competencias, lo que facilitaría su posterior relación. La misma orden también nos dice que debemos relacionar las competencias con los demás elementos curriculares.
La forma idónea de trabajar las competencias es mediante tareas, por lo que el contexto toma el protagonismo en la ecuación al ser determinante para llevar a cabo una propuesta competencial. Estas tareas suponen un cambio metodológico que requiere la puesta en práctica de una amplia variedad de metodologías activas y, en menor medida, tradicionales.
Para la elaboración de las tareas es necesario una concreción curricular adaptada, como se ha mencionado, a un contexto determinado. Esta propuesta contempla, además del contexto, otros elementos curriculares como los contenidos, la metodología o el elemento que nos atañe en este artículo: las competencias. Por ello, los docentes deben planificar meticulosamente sus propuestas para conseguir sacar el máximo partido al proceso de enseñanza – aprendizaje.
Por último, debemos evaluar todo el proceso tomando como referente los criterios de evaluación y los estándares, ya que son sus especificaciones. Dentro de la evaluación competencial adquiere especial relevancia la utilización de una amplia variedad de instrumentos. Esto permitirá una mayor objetividad en las calificaciones.
En Opos Madrid trabajamos para que nuestros alumnos realicen todo este proceso de forma artesanal. Para ello, basamos todo el trabajo en la experiencia de nuestro equipo de profesores y en la contextualización práctica llevada a cabo por nuestros alumnos en un centro piloto para que los aprendizajes sean lo más significativos posibles.